Es malo formar personas y que se vayan pero aún es mucho peor no formarlas y que se queden (Henry Ford)

viernes, 17 de octubre de 2014

El modelo burocrático de Max Weber

Al alemán Max Weber (1864-1920) se le considera el padre de la Sociología moderna. Considera a la burocracia uno de los pilares del Estado moderno y la herramienta más eficaz para resolver los problemas de la sociedad, aunque en ocasiones manifieste opiniones contradictorias sobre sus bondades, se refiera a ella como la nueva servidumbre y sea también consciente de los riesgos que comporta.
 
 
 
 
El modelo burocrático
Para gestionar el Estado eficazmente Max Weber propone un modelo burocrático basado en los siguientes principios:
  • División racional del trabajo.
  • Nacimiento de un nuevo tipo de trabajador: el funcionario.
  • Sometimiento a la norma.
  • Atención a la jerarquía.
  • Formalidad en las comunicaciones.
  • Impersonalidad.
  • Capacidad de anticipación.
No solo el Estado ha de apoyarse en el modelo burocrático, también las empresas y, en general, todos los sistemas organizativos. Sin burocracia no hay organización que funcione, según Weber.
Fue con la caída del Antiguo Régimen cuando se crearon las primeras burocracias modernas. Por aquel entonces la prioridad era acabar con el sistema elitista predominante, en el que la mayoría de los cargos públicos eran ocupados por cuadros pertenecientes a las familias nobles, que gozaban del favor real. Se instituyó como procedimiento alternativo para el reclutamiento, selección  y promoción dentro del cuerpo de funcionarios el sistema de oposiciones (o exámenes imparciales), lo que representaba una reacción contra la subjetividad anterior. Hoy día este procedimiento es común en los países desarrollados.

Sobre la política
Weber decía que estar en política implica vender tu alma a fuerzas oscuras.
Analiza la figura del político profesional (o de partido), que ha entregado sus mejores años y experiencia a la organización o partido en que milita. Como es lógico, espera percibir una compensación a cambio. Esto implica que el político de partido será completamente afecto a la cúpula de su organización, que tiene el poder de despedirlo. No lo mueve tanto la fidelidad a unas ideas o el temor por el destino electoral de su partido como un cálculo de estricta racionalidad individual (es consciente de que su futuro y su destino están vinculados a su permanencia en el partido).
 

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